La señora Yang se sentía completamente impotente cuando se trataba de su hijo.
Esa era precisamente la razón por la que estaba tan ansiosa de que Heping tuviera una casa propia.
Con una casa, su corazón tendría un lazo.
Algún día, cuando se uniera al Viejo Xiao, tendría algo de qué hablar.
Xiao Heping obedeció y caminó hacia allá.
Miró extrañamente la medicina que Lin Tang había traído.
—¿Cómo se usa esta medicina? —No era que Xiao Heping no tuviera experiencia, sino que la medicina desafiaba su entendimiento de la medicación.
Sobre la mesa había un botellita transparente que contenía un líquido de color verde claro.
Por más que lo pensara, no podía imaginar que eso fuera una medicina que curara enfermedades.
Lin Tang hizo un gesto de beber, su expresión ligeramente complacida.