Tangtang siempre decía que no tenía grandes ambiciones, solo quería vivir una vida feliz con su familia.
Sin embargo, las cosas que hacía, intencionadas o no, trajeron un tipo diferente de vitalidad a la brigada.
Lo que una vez fue un estanque estancado, mes tras mes, día tras día, sin mostrar ni la más mínima onda, de alguna manera había comenzado a cobrar vida.
En la superficie, parecía que Lin Tang no se encontraba por ninguna parte, pero en realidad, estaba detrás de cada paso, dando un empujón.
Lin Qingmu estaba verdaderamente orgulloso de su hermana.
Aunque su corazón estaba turbulento, lo mantuvo para sí mismo, sin dejar que se notase en su rostro.
—Eh, ¿puedo tomar prestados dos libros? —preguntó Lin Qingmu.
Meng Mingyuan no asintió ni negó con la cabeza, sino que explicó las reglas de préstamo en su lugar.
—Si vas a leer aquí, dos libros o cinco no es gran cosa.