—¿Matando cerdos? ¿Qué cerdos estás matando? —Li Xiuli no pudo evitar reír y llorar, extendiendo la mano para jalarla de nuevo—. Sé buena, sigue a mamá de vuelta a la habitación...
Lin Tang giró su cuerpo, dándole la espalda helada.
Su cara enterrada en el abrazo de Gu Yingzhou, su voz zumbando.
—No quiero, tengo que ir a trabajar ahora, si no lo hago, el líder me descontará el salario...
Esta vez quería ir a trabajar de nuevo.
Originalmente todos pensaron que Lin Tang solo estaba ligeramente mareada al verla tan obediente.
Pero ahora, al escucharla hablar de matar cerdos en un momento e ir a trabajar al siguiente, adivinaron que la chica debía estar realmente borracha.
Li Xiuli vio que su hija no los dejaba tocarla, solo se aferraba a Gu Yingzhou, y, sin poder hacer otra cosa, agitó la mano con resignación.
—Yingzhou, por favor, lleva a Tangtang a su habitación para que descanse...
Solo entonces pudo apreciar finalmente los sentimientos frustrantes del jefe de la familia.