Al entrar a la casa, el banco era largo y blando, capaz de acomodar a varias personas, invitando a sentarse una y otra vez.
Al lado había una mesa de madera que también parecía fuera de lo común, exudando un lujo discreto.
A lo largo de la pared había una estantería especialmente grande, repleta de libros.
Lin Qingshan le echó un vistazo rápido y se dio cuenta de que ni siquiera podía distinguir los títulos.
No era que no pudiera leer, sino que incluso al mirarlos todos juntos, no podía encontrar un punto de enfoque.
Lin Qingshan buscó un rato, luego, en lugar de avergonzarse más, se sentó tranquilamente a un lado y tomó té.
—Hmm, el té en la casa de su futuro cuñado era bastante bueno.
—Lin Tang se acercó y abrió la fiambrera, diciendo:
—La comida aún debe estar caliente, mejor cómela ahora, de lo contrario necesitará calentarse.
—La comida, calentada por Xiuli en la cocina, aún estaba bastante caliente cuando la trajeron.