An Jing no esperó a que Xiao Changyi hablara y volvió a reírse —Es cierto, nuestros cuatro hijos son bien portados, pero después de todo son niños, siempre habrá momentos en los que lloren y armen escándalo, ¿cómo podríamos encontrar paz y tranquilidad?
En cuanto cayeron las palabras de An Jing, se escuchó el relincho de un caballo desde afuera, claramente, el dueño del caballo lo había hecho detener justo afuera de la puerta del patio de An Jing y Xiao Changyi.
Luego, hubo un golpe en la puerta, seguido de la voz de Li Wuyu —Maestro, Padre, ¿están ahí? Soy yo, Wuyu.
En el momento en que An Jing escuchó la voz de su discípula, se sorprendió mucho, no había visto a su discípula desde que regresó a casa el año pasado.
An Jing gritó con fuerza —Estamos aquí, espera un momento, te abriré la puerta.
Xiao Changyi continuó trabajando en el huerto.
An Jing dejó la azada, se lavó las manos primero y luego fue a abrirle la puerta a Li Wuyu.