Capítulo 520: Hay que inclinarse

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Bajo el alero, la serpiente no tuvo más remedio que bajar la cabeza.

—Eso también está bien —dijo la Pequeña Tortuga Giratoria—. De todos modos, no deberías hablar mal del maestro delante de la dama nunca más. El maestro lo sabe todo; ¿por qué crees si no que se molestaría contigo sin motivo?

El Rey Serpiente se sintió algo incómodo después de ser descubierto por la Pequeña Tortuga Giratoria y sacudió la cabeza, intentando farolear.

—Con tal de que lo sepas en tu corazón, es suficiente —dijo la Pequeña Tortuga Giratoria—. Aunque la dama sea tu benefactora, no puedes esperar siempre montarte en la gratitud. Lo que se te deba, el maestro no te va a cortar ni un ápice.

El Rey Serpiente aún se mantuvo en silencio, siendo mezquino.