Recibir tal regalo dejó a He Tiantian muy contenta.
También admiraba los pensamientos y la actitud de la Tercera Abuela Qi. Una mujer así era realmente extraordinaria.
Cuando Huo Yingjie entró, vio a He Tiantian sosteniendo una encantadora banda para el vientre en sus manos, y sus ojos no pudieron evitar observarla.
—¡Póntela! —Huo Yingjie abrazó a He Tiantian y susurró con ternura, deseando verla con ella puesta.
He Tiantian se sonrojó y no se atrevió a mirar directamente a los ojos de Huo Yingjie. Solo pudo buscar una excusa y dijo:
—Esta es la casa del Jefe del Pueblo Qi, hay tanta gente aquí, no sería apropiado actuar impulsivamente.
—No actuaremos impulsivamente, vayamos a la montaña trasera, ¿sí? —Huo Yingjie continuó persuadiéndola—. De verdad quiero. Nos vamos mañana por la noche, ¿qué tal si vamos a la montaña trasera antes de irnos?
—Tú mismo dijiste que nos vamos pronto… —He Tiantian vaciló, preocupada de que los demás pudieran verla…