Capítulo 6: Renacido
Después de su aterrador encuentro en el bosque, Alex luchaba por mantener la calma mientras buscaba la salida. El dolor de la herida en su costado era agudo, pero logró concentrarse y, con un último esfuerzo, salió de la maleza hacia un camino despejado. La noche había caído y las luces de la ciudad brillaban a lo lejos. Se sintió aliviado al ver que se acercaba un vehículo.
Consiguió que lo llevaran al hospital, donde lo atendieron rápidamente. La enfermera se sorprendió por la gravedad de la herida y un médico se encargó de desinfectarla y suturarla, mientras Alex se sumergía en un mar de pensamientos. Era crucial que no revelara lo que había sucedido en el bosque. Cuando llegó la policía para interrogarlo, Alex se armó de valor.
"Fue repentino", mintió con sinceridad en la voz. "No vi a mi agresor hasta que fue demasiado tarde. Logré escapar". La policía tomó nota y, aunque le hicieron algunas preguntas más, no parecieron sospechar la verdad que ocultaba.
Después de un día de pruebas y cuidados médicos, Alex recibió el alta. Regresó a su apartamento, cansado y dolorido, pero aliviado de haber salido del hospital. La luz del sol entraba a raudales por la ventana, iluminando el pequeño espacio. Le desinfectaron la herida nuevamente y le prepararon algo liviano para comer. Mientras comía, su mente no pudo evitar recordar lo que había sucedido.
El día transcurrió lentamente. Alex se sentía agotado, tanto física como mentalmente. Se tumbó en el sofá, dejándose descansar, mientras su cuerpo comenzaba a recuperarse. La sensación de debilidad fue reemplazada por una nueva energía.
Al amanecer del día siguiente, se despertó sintiéndose diferente. Se sentó en la cama y se pasó la mano por la cara, notando que su piel estaba más tersa y su mente más clara. Necesitando medir su nueva fuerza, se levantó y decidió hacer una serie de ejercicios de calentamiento.
Uno tras otro, los movimientos fluían con sorprendente fluidez. Con cada puñetazo y patada que lanzaba al aire, podía sentir que algo dentro de él había cambiado. Al terminar su rutina, miró hacia la pared donde había colgado un cuadro que representaba su poder. Antes, había registrado que tenía aproximadamente 35 unidades de poder. Ahora, al revisarlo, se dio cuenta de que había aumentado a 50.
Una oleada de confianza lo invadió. Era como si cada golpe que había recibido en el bosque, cada momento de miedo, hubiera alimentado un fuego en su interior. Estaba decidido a no dejar que el miedo lo venciera. En cambio, usaría esta fuerza para protegerse y, tal vez, descubrir la verdad detrás del ataque.
Mientras se preparaba para su día, sus pensamientos comenzaron a vagar hacia sus recuerdos de la infancia. Recordó a Goku, ese guerrero al que había admirado desde pequeño. Recordó cómo entrenaba incansablemente, buscando siempre superar sus límites. Se preguntó qué técnicas podría aprender ahora que sentía que su poder aumentaba.
De pronto, recordó una técnica que el Maestro Roshi había mostrado en múltiples ocasiones: Poder Definitivo. En ella, el maestro se hacía más grande y sus músculos se hacían más fuertes, multiplicando su poder. Aunque Goku nunca la había aprendido, Alex pensó que tal vez podría replicarla.
Su mente se llenó de imágenes del Maestro Roshi elevando su fuerza en momentos cruciales, y comprendió que esta técnica podría ser la clave para maximizar su potencial sin poner en riesgo su cuerpo humano. "No tengo el cuerpo de un Saiyan", reflexionó. "El Kaio-Ken podría ser demasiado para mí. Pero esto… esto podría funcionar".
Con renovada determinación, Alex se propuso practicar la técnica del Poder Supremo. Se visualizó creciendo, sintiendo la energía fluir a través de él, como una corriente eléctrica. Sabía que requeriría concentración y disciplina, pero si lograba dominarla, podría enfrentar cualquier adversidad que se le presentara.
Ese día se convirtió en un día de introspección y preparación. Alex sabía que el camino no sería fácil, pero ahora se sentía preparado para afrontar cualquier desafío que se le presentara.
Después de reflexionar sobre cómo podría replicar la técnica del Poder Supremo, Alex llegó a una conclusión importante. Se dio cuenta de que el Maestro Roshi, con sus años de experiencia, debía tener un control exquisito sobre su ki y un cuerpo increíblemente fuerte. Sin esa maestría, era poco probable que pudiera ejecutar la técnica correctamente, mucho menos sin poner en riesgo su salud.
Con esta nueva perspectiva, Alex decidió que su prioridad sería mejorar su control sobre el ki y fortalecer su cuerpo. "Para dominar el Poder Supremo, debo ser capaz de manejar la energía que fluye dentro de mí y tener la resistencia física para soportar la transformación", pensó.
Se sentó en el suelo de su apartamento, cruzó las piernas y comenzó a meditar. Cerró los ojos, respiró profundamente y dejó que su mente se tranquilizara. Visualizó su ki como una corriente de energía que fluía por su cuerpo. Intentó concentrarse en cada célula, cada músculo y, poco a poco, comenzó a sentir una conexión más profunda con su energía interna.
Mientras meditaba, se recordó cómo Goku y sus amigos habían entrenado en varias ocasiones, siempre desafiando sus límites y buscando formas de crecer. Alex decidió que él también tendría que ser disciplinado. Por lo tanto, estableció un plan de entrenamiento que incluía ejercicios de fortalecimiento físico, así como prácticas diarias de control del ki.
En los días siguientes, Alex se levantaba antes del amanecer para comenzar su entrenamiento. Se concentraba en ejercicios que desarrollaban tanto su fuerza como su resistencia. Hacía flexiones, abdominales y corría largas distancias, sintiendo que su cuerpo se adaptaba y se fortalecía con cada día que pasaba. Después de su entrenamiento físico, pasaba horas meditando y practicando el control de su ki, tratando de guiarlo a través de su cuerpo como un río tranquilo.
Mientras practicaba, recordaba las enseñanzas del Maestro Roshi sobre la importancia de la concentración y la disciplina. A veces se sentía frustrado, sobre todo cuando su cuerpo le pedía descanso, pero se decía a sí mismo que ese era un sacrificio necesario para lograr su objetivo.
A medida que pasaban los días, empezó a notar mejoras. Su cuerpo se sentía más ligero y su ki parecía fluir con más facilidad. El control que había logrado sobre su energía era notable; podía sentirla como una extensión de sí mismo. Se dio cuenta de que cada vez que realizaba una técnica marcial, podía canalizar su ki de manera más efectiva, lo que le daba una confianza renovada.
A medida que se acercaba el final de su primera semana de entrenamiento, Alex decidió que era hora de poner a prueba su progreso. Se preparó para realizar una serie de movimientos que incorporaban el uso de su ki, intentando manifestar un pequeño aumento de poder, similar a lo que había visto en el Maestro Roshi.
En el centro de su sala de estar, Alex cerró los ojos, se concentró y reunió su energía. Con cada movimiento, se sentía más conectado con su ki y, cuando abrió los ojos, un destello de luz brilló en su mano. Era un rayo de energía pequeño pero palpable y, aunque no era comparable a lo que había visto de Goku o del Maestro Roshi, le dio una sensación de logro.
"Esto es solo el comienzo", pensó Alex sonriendo para sí mismo. Sabía que aún faltaba mucho por hacer, pero ahora tenía la determinación y la disciplina para lograrlo.
Era hora de entrenar más duro y con más dedicación. Estaba decidido a descubrir su verdadero potencial y, finalmente, dominar la técnica del Poder Supremo.
Los días pasaban y con cada amanecer, Alex se sumergía más en su entrenamiento. La rutina se volvía cada vez más exigente, pero él disfrutaba del proceso. Se despertaba antes del sol, haciendo ejercicios de calentamiento que hacían latir con fuerza su corazón. Su mente estaba en constante movimiento, ya no solo pensaba en sus metas, sino en cómo cada pequeño esfuerzo lo acercaba a ellas.
Un día, después de una larga sesión de meditación, decidió que era hora de experimentar con sus nuevos niveles de ki en situaciones más prácticas. Salió a un parque cercano, donde había un espacio abierto ideal para practicar sus movimientos. Miró a su alrededor, asegurándose de que no hubiera nadie cerca para evitar ser interrumpido.
Se puso en posición de combate, respiró profundamente y se concentró. Con cada puñetazo que lanzaba, sentía que su ki se expandía y vibraba a su alrededor. El viento parecía responder a su energía, haciendo volar las hojas a su alrededor. Se sentía poderoso y ligero, como si el aire lo abrazara.
Sin embargo, todavía había algo que no podía ignorar. A pesar de su progreso, la sensación de vulnerabilidad que había experimentado en el bosque seguía rondando su mente. Quería asegurarse de no volver a sentirse así nunca más. Fue entonces cuando recordó un consejo que había escuchado de Goku: "La verdadera fuerza no solo proviene del poder físico, sino también de la claridad mental".
Alex hizo una pausa, cerró los ojos y se concentró en su respiración. Imaginó la calma que le proporcionaba la meditación y cómo podría utilizar esa claridad en situaciones de combate. Comenzó a practicar movimientos más fluidos, combinando puñetazos y patadas con técnicas de evasión, visualizando cada ataque como una oportunidad para fortalecer su mente y su cuerpo.
Con el tiempo, la conexión entre su ki y su cuerpo se hizo más intensa. Se dio cuenta de que podía sentir los cambios en su energía; cada vez que se movía, podía visualizar cómo su ki seguía sus movimientos. Después de unas semanas de riguroso entrenamiento, se sintió listo para intentar algo más avanzado.
Una tarde, mientras practicaba, decidió intentar aumentar su poder de forma controlada. Concentró su ki en su pecho y, con una explosión de energía, intentó manifestar un aura similar a la que había visto en Goku y el Maestro Roshi. Para su sorpresa, sintió una chispa. Un brillo tenue comenzó a emanar de su cuerpo. No era tan intenso como el de sus héroes, pero era un primer paso.
"¡Lo estoy logrando!", exclamó riendo de emoción. Se sentía en el umbral de un descubrimiento personal. Esa noche, se fue a la cama con una mezcla de cansancio y satisfacción, sabiendo que estaba un paso más cerca de dominar el Poder Supremo.
Mientras tanto, su amigo Marco empezó a notar su cambio. "¿Estás bien, Alex? Te he visto más concentrada últimamente", le dijo un día con curiosidad. Alex sonrió, no queriendo desvelar demasiado, pero sabía que su amigo estaba preocupado. "Sólo estoy pasando por una fase de entrenamiento. Quiero mejorar un poco".
Marco, que siempre había estado dispuesto a apoyar a Alex, se mostró interesado. "Si necesitas ayuda, házmelo saber. Podríamos entrenar juntos". La idea de compartir su progreso con Marco le resonó a Alex, pero también sintió que necesitaba centrarse en su entrenamiento personal.
Con el tiempo, la presión por mantenerse en forma y ocultar su transformación empezó a pesar sobre Alex. Quería asegurarse de que su amigo no se sintiera excluido. Después de un día de entrenamiento particularmente agotador, se sintió decidido a hablar con Marco.
Una noche, mientras meditaba, una idea brillante surgió en su mente: "Si quiero ser fuerte, también debo aprender a luchar con otros. Tal vez no se trate solo de superar mis límites", pensó. Decidió que al día siguiente hablaría con Marco sobre la posibilidad de entrenar juntos. "Si quiero dominar el Poder Máximo, debo aprender de aquellos que también se han enfrentado a la adversidad".
Así, con la mente puesta en el futuro, se acomodó en su cama, sintiéndose más fuerte y decidido que nunca. Sabía que estaba en el camino correcto y que cada paso lo acercaba más a descubrir su verdadero potencial. Con una sonrisa en el rostro, cerró los ojos, listo para enfrentar el nuevo día.
Sin darse cuenta, había pasado un mes desde que Alex inició su riguroso entrenamiento. El tiempo parecía fluir de otra manera; cada día estaba lleno de sudor, esfuerzo y una determinación que crecía con cada nuevo amanecer. La semana de graduación se acercaba rápidamente, y con ella llegó una sensación de felicidad y alivio. La idea de dejar atrás la rutina escolar lo llenaba de esperanza.
Alex sabía que después de graduarse, tendría más tiempo para centrarse en su desarrollo personal. No tendría que lidiar con las distracciones de la escuela ni con las exigencias de las clases. Recordó el dinero que su familia le había dejado después de ser expulsado de su clan. Aunque la situación había sido dolorosa, ese dinero sería su salvavidas, permitiéndole sobrevivir por un tiempo sin necesidad de trabajar.
Cada día que pasaba, la emoción por su graduación crecía. La ceremonia representaba un nuevo comienzo, una puerta abierta al futuro que quería construir. Se imaginaba dedicando días enteros a mejorar sus habilidades, dominar la técnica de Máxima Potencia y enfrentar cualquier adversidad que se le presentara.
Mientras se preparaba para el evento, se dio cuenta de que su mente estaba en constante reflexión. Pensaba en sus amigos, especialmente en Ned y Peter. Quería compartir con ellos su progreso y los cambios que había experimentado, pero también sabía que debía tener cuidado con lo que revelaba. Había aspectos de su vida que aún no comprendía del todo y no quería preocupar a sus amigos con la gravedad de su situación.
Llegó el día de la graduación. La ceremonia fue una mezcla de emociones; orgullo por haber llegado hasta allí y tristeza por dejar atrás una etapa de su vida. Mientras caminaba hacia el escenario, Alex recordó todo lo que había pasado. Cada reto había sido un escalón en su camino hacia la madurez, y ahora estaba listo para dar el siguiente paso.
Al recibir su diploma, sintió una oleada de libertad. Era un símbolo de esfuerzo y dedicación, y ahora representaba una nueva etapa en su vida. Una vez finalizado el acto, se reunió con Ned y Peter. Ambos estaban emocionados y felices por él.
—¿Qué vas a hacer ahora que terminaste la escuela? —preguntó Ned con una sonrisa.
"Me voy a dedicar a descubrir qué quiero hacer. Estoy entusiasmado por el futuro", respondió Alex, sintiendo que sus palabras estaban cargadas de nueva energía.
—¡Eso suena genial! Si necesitas ayuda con cualquier cosa, cuenta conmigo —dijo Ned, con entusiasmo.
"Sí, definitivamente. Siempre estamos aquí para apoyarte", agregó Peter, animado por la idea.
Alex sintió un calor en su interior. La amistad que compartía con ellos era un pilar fundamental en su vida, y aunque sabía que estaba en un camino solitario de autodescubrimiento, también comprendía la importancia de contar con el apoyo de sus amigos.
Esa noche, mientras se acomodaba en la cama, su mente estaba llena de planes y sueños. "Esto es solo el comienzo", pensó. Con su graduación como un hito importante, sabía que el verdadero trabajo estaba por venir. Con una sonrisa en el rostro, cerró los ojos, listo para enfrentar el nuevo día y todas las oportunidades que lo aguardaban.