Kendall sigue las señales de tráfico, sostiene sus libros de texto, ajusta sus gafas, lleva puestas mangas cortas blancas y jeans, y se dirige a la Escuela de Negocios Isabella.
En comparación con las estudiantes universitarias flamantes, sexys, seguras o lindas de su alrededor, el vestuario de Kendall es muy discreto. Pertenece a la categoría que el cerebro automáticamente borrará e ignorará de un vistazo.
Esto jugó a favor de Kendall.
Ella solo quiere pasar esta vida de estudiante de intercambio tranquilamente, y de paso esperar la liberación de la nueva tarea de prueba.
Se acercó un par de hermanas,
—Cariño, ¿cómo estuvo tu fin de semana? —preguntó Chica A.
—Estuvo genial, ¿y el tuyo, perrita? —respondió Chica B.
—También estuvo genial, ¿qué tal si vamos a hacernos una nueva manicura después de clase? A mi decimotercer novio no le gusta mi color actual. —sugirió Chica A.
—Oh, no, realmente está ciego —comentó Chica B.
Ellas conversaban y vieron pasar a Kendall.