CAPÍTULO 337

Kendall, escoltada por Luke, dejó el patio y se dirigía a casa, ignorando la mirada confundida del agente disfrazado de aldeano.

En el camino, ella digería lentamente lo que había sucedido hoy, enfocándose en el nombre en clave "Diamante".

El alto nivel de confidencialidad en torno a "Diamante" no solo enfatizaba su importancia sino que también indicaba otro detalle crucial: Rosemont tenía espías.

Rosemont temía que este asunto pudiera caer en manos de individuos o países con intenciones maliciosas a través de estos espías.

Kendall no se sorprendió. No era una persona ordinaria que trabajara de sol a sol. Había estado viviendo al borde de la oscuridad durante muchos años y conocía bien la profundidad de la oscuridad que se escondía detrás de la luz.

Incluso entre dos empresas, se enviaban espías para robar secretos comerciales entre sí, y qué decir en una economía nacional con vastos territorios y grandes poblaciones.