CAPÍTULO 390

Kendall y Michael tomaron las armas incautadas y comenzaron su viaje de escape en la Villa del Duque.

Ambos habían salido de montañas de cadáveres y mares de sangre. Sus habilidades y conciencia eran más agudas que las de cualquiera en la mansión.

No necesitaban palabras; su entendimiento era perfecto.

Kendall podía girarse y matar al enemigo en el punto ciego de Michael.

Michael podía agacharse y disparar a los nuevos enemigos que irrumpían desde el frente cuando Kendall se giraba.

Él estaba tranquilo y compuesto, mientras ella era feroz y rápida. Se desarrollaba con la suavidad de una escena de un éxito de taquilla de Hollywood.

El olor a pólvora y sangre se prolongaba en la Villa brillantemente iluminada.

—Tú... —Kendall se sentía cada vez más perturbada mientras luchaba. No fue hasta esta noche que se dio cuenta de que Michael no era solo un joven maestro aristocrático ajeno a las duras realidades de la vida.

Había algo extrañamente familiar en él.