Antes de que se publicaran los resultados de su investigación, Jovan ya se había convertido en el tema de conversación de la ciudad. Su nombre estaba en boca de todos, y parecía que cada medio de comunicación quería un pedazo de él. Las entrevistas se sucedían una tras otra, con reporteros ansiosos por escuchar su versión de los hechos.
Frente a la cámara, Jovan parecía tranquilo y modesto, atribuyendo el avance en la tecnología de fusión nuclear controlada al duro trabajo y la dedicación de todo su equipo. Se retrataba a sí mismo como un científico humilde, desviando elogios personales incluso cuando la admiración del público por él crecía.