Esta situación hizo que Kendall cerrara lentamente la mano que colgaba a su lado.
Por primera vez, sintió claramente la extraordinaria cohesión de este país.
También comenzó a entender vagamente cómo esta civilización antigua de 5,000 años se había transformado de una nación rezagada en una estrella brillante en el Este en solo unas pocas décadas.
Por estas personas notables.
Por este grupo de las personas más adorables: desde científicos militares hasta ciudadanos comunes.
Soltó su mano cerrada y le dijo a la enfermera:
—Prepárate para la próxima operación.
La enfermera se quedó asombrada.
—¿Tú... no vas a almorzar?
—No tengo hambre. Solo beberé algo de glucosa después de la cirugía.
Kendall se dio la vuelta y entró en la sala de operaciones.
Recordó una pregunta que su padre, Luke, le había hecho antes del terremoto.
—¿Te gusta este país?
Si él estuviera aquí ahora, ella respondería con firmeza: