La primavera que nunca pudo disfrutar, el verano que nunca pudo saborear (M)

—Nat —una voz como la de un pájaro matutino.

—Nat —un beso con un hechizo refrescante fluyó en sus venas, impregnando sus células exhaustas—. ¡Nat!

Abrió los ojos ante esa voz quejumbrosa, sus labios se estiraron por sí solos al ver el adorable pequeño puchero sobre él.

—¡Dijiste que no pararías! —Valen se quejó, agarrando su nuca e inyectando aún más mana rejuvenecedor en él.

—Solo un poco de descanso, ¿mm? —Natha sostuvo al hombre más pequeño, que como de costumbre, poseía una resistencia interminable inadecuada para su estatura—. No estoy dormido ni nada.

—¡Mentiroso!

Ese adorable puchero de nuevo. Natha se rió y atrajo al humano, que cada día se parecía más a un druida, para que se acostara encima de él, esparciendo más marcas de besos en el hombro claro. Escuchó el sonido de un suspiro decepcionado y luchó contra el impulso de morder al travieso y pequeño diablillo en sus brazos.