Yo creo que la práctica hace al maestro

Esperé hasta que el té se enfriara antes de llevar a Jade a buscar a Zia. Realmente no fue difícil. Solo había dos lugares donde estaría ella cuando estuviera de mal humor; la biblioteca y su habitación.

Así que ahí estábamos, tocando la puerta de su habitación. Por supuesto, Zia no respondía, así que utilicé el mejor arma. —¿Zia? Zia~ Jade quiere ver a Zia...

Esperamos unos segundos antes de que una voz tranquila nos dijera que la puerta no estaba cerrada con llave. Cuando entramos, Zia estaba acuclillada en el sillón cerca de su chimenea encendida, escondiendo su cara detrás de sus rodillas.

Jade corrió hacia el súcubo y sostuvo las piernas de Zia. —¡Zia, Zia, Jade lo siente! —dijo el pequeño niño—. Jade no sabe por qué, pero Jade lo siente que Zia esté disgustada...

Oh, oh--pensar que mi pequeño familiar estaría dispuesto a disculparse sin tener que explicarle que lo que hizo podría molestar a los demás...

Has crecido, Jade.