—¿Robaste el cuerpo del Hermano Valmeier? —gritó él.
—Ian
El joven paladín elevó su voz al igual que su escudo. Habría levantado su lanza también, si no fuera porque Ignis lo restringía con un látigo de fuego y Jade le reprochaba enojado mientras lanzaba bolas de agua inofensivas, porque yo le dije al pajarillo que no deberíamos lastimarlos.
—Ugh, ¿qué...?
Illian retrocedió por las bolas de agua, y el escudo se le cayó de la mano cuando la llama de Ignis golpeó su brazo. Al mismo tiempo, los humanos se levantaron; Fatia y el Héroe se acercaron al joven paladín, afortunadamente, no para apoyar su agresión.
—Ian, no deberías hacer eso, ¡suelta tu lanza!
—Valmeier, ¿puedes liberarlo? —me preguntó el Héroe mientras se paraba frente al joven. —Prometo que no intentará atacarte de nuevo.
—Él no es el Hermano Valmeier, ¡ugh!
Otro duro chapoteo le golpeó la cara, seguido por una serie de salpicaduras que también mojaron al Héroe y al Elementalista.