El día de la infiltración de los humanos.
—¿Para qué necesitas una silla giratoria? —preguntó Izzi con curiosidad mientras modificaba mi sillón en la master suite.
—Para que pueda girar, duh.
Los ojos dorados lo miraron sin gracia, pero yo solo le sonreí y le dije que continuara.
—¿No has visto algunas películas? ¡Quiero saludarlos sentado en una silla y girarla lentamente, ya sabes, para crear suspenso! —Me reí entre dientes mientras me sentaba en otra silla y acariciaba a Jade en mi regazo. El pajarillo estaba confundido, pero solo siguió con el juego porque le gustaba ser acariciado.
Izzi nos miró y negó con la cabeza mientras exhalaba. —¿Quieres actuar como un mafioso o algo así?
—Quiero decir... Yo era el nieto de un jefe de la mafia...
—¿Qué?!
—¿Qué? —Izzi me parpadeó lentamente, antes de volver a terminar mi silla giratoria y murmurar de manera inaudible.