El arte de regatear siempre pide cosas exageradas al principio

Sus ojos estaban ahora puestos en Alveitya, quien vibraba orgullosa a mi lado. Incluso el pajarillo chirriante que adoraba volar a su alrededor no disminuía el carisma que intentaba mostrar.

El primero en hacerse oír fue Zarfa, quien se levantó mientras se agarraba el pecho y jadeó. —¿Es... es eso... Alveitya?

—Sí —asentí, esforzándome por controlarme y evitar derramarme hablando de ello a Zarfa.

Ella debía estar curiosa, como la que había estado escribiendo sobre ello, incluso si resultó ser una revelación y no proveniente puramente de su imaginación.

Pero no podía flaquear aquí.

La segunda persona en hablar fue el Héroe; —Pero... eso es...

—¿Diferente? —Sonreí, y Alveitya zumbó de nuevo como si se burlara—. Lo que viste antes era la 'lanza' en su estado latente. Pero Alveitya no era solo una lanza, es un

—Cetro... —Tsalinade terminó mi frase en un aturdimiento—. El Cetro Real...

—¿¡Qué?! —Miré a Zarfa—. No lo sabías, ¿eh?