¿Yo no sabía que la novia también recibía regalos??

—¿Eh? —Parpadeé estúpidamente ante los drows—. Pero yo no...

—Sí, Joven Maestro, ¿por qué no lo hiciste? —me preguntó con una sonrisa burlona el drow que hizo el collar de Jade—. Es la primera vez que nos pides algo, pero nada de ello es para ti.

Me rascaba la mejilla torpemente. —Ehm, bueno... es que realmente no necesito nada...

Se rieron en respuesta, no con burlas, sino con diversión. —Para alguien que se convertirá en el cónyuge del Señor de la Avaricia, el Joven Maestro no parece muy avaricioso —dijeron.

Ay, ya sea aquí o allí, todos siempre decían lo mismo.

—¿Solo se puede pedir algo que necesitas?

—Pues...

—¿Qué tal algo que quieras?

—Señalé las cosas que mis compañeros acababan de recibir—. Esas son las cosas que quiero...

—Para ti mismo, Joven Maestro.

—¿Pero no son mías? ¿Mis hijos?

—Para tu propio uso, entonces.