Nunca asumas que eres el único con el factor sorpresa

—Estoy algo nerviosa —le dije a Natha mientras bajábamos las escaleras para cenar.

—¿Por qué? —Natha entrecerró los ojos.

Pfft—¿estaba pensando que estaba nerviosa por el Héroe? Qué adorable. —Estoy preocupada por la monja —expliqué rápidamente para que este tonto esposo dejara de ser tan quisquilloso—. Quiero decir... considerando la respuesta inicial de Ian, puede que no le guste mucho saber que yo no era Valmeier.

—Pero tú eres...

—Sabes a qué me refiero —rodé los ojos y miré hacia arriba, donde mi cansado hijo se había quedado dormido en la habitación de Zarfa—. Me alegra que Jade esté dormido. No quiero que se altere cuando las cosas salgan mal.

—Nada saldrá mal —Natha acarició mi leve ceño fruncido y me miró con una mirada tranquilizadora.

—Eso espero —asentí.

Sabía que la reacción de la monja no me afectaría mucho, pero aún quería que todo saliera bien. ¿Era demasiado codiciosa por desear eso?

Oh bueno, soy la novia... no, soy la consorte de la codicia.