El matrimonio no impide que alguien se vuelva sospechoso

[¡Jade viene esta vez!]

El pajarillo revoloteó por la sala de estar emocionado, convirtiendo los Cuartos del Señor en un parque con un fuerte sonido de gorjeo. Bueno, no había forma de que pudiera dejar a Jade atrás otra vez después de dejarlo una semana antes.

—¿Qué hay de ti, Ignis? —pregunté a la Salamandra visitante, que se encurrucaba en mi hombro tras días de ausencia.

Uno de los ojos azul claro se abrió para observarme.

—¿Vas a visitar cuevas o volcanes?

—¡Entonces Ignis no vendrá! —me reí y pedí a Jade que bajara antes de marearse.

La Salamandra resopló y movió su cola contra mi cuello.

—Si terminas visitando una cueva o un volcán, tienes que invocarme —la llama en su cabeza parpadeó—, pero también puedes invocarme si estás en problemas.

—¡Gracias, Ignis! —acaricié la mandíbula flamante en señal de gratitud, y Jade me imitó frotando su ala contra la cabeza llameante.

—Ugh... —nuestro pequeño gecko refunfuñaba, pero no se apartó para evitar el contacto. Qué lindo.