el castigo debe ser dado por aquel que ha sido perjudicado

Natha miró al druida que acababa de atrapar, quien temblaba como una hoja ante una pesadilla que lo asaltaba de la nada. Sin embargo, al observar dentro de la mente del druida, Natha sentía que este había estado viviendo en una pesadilla perpetua de todos modos.

—¿Amarein dijo que era el Príncipe? El único Príncipe que quedaba del reino caído —aparte de Valen— era el hermano del Rey, el tío abuelo de Valen.

Natha miró hacia un lado; una fogata apagada, restos de carne asada de la noche anterior y un montón de hierba y heno debajo de una manta delgada y desgastada de cáñamo. El druida llevaba la misma ropa desgastada, aunque limpia —probablemente porque había estado acampando cerca del agua. Su figura temblorosa no estaba sucia, aunque el cabello y la barba descuidados hacían que pareciera pertenecer a un callejón oscuro de la región vacía.

—¿Quién hubiera pensado que este druida con aspecto de vagabundo era la última sangre real que alguna vez vivió en el palacio druida?