Toda decisión que cambia la vida necesita apoyo emocional

Sabía que sacarla abruptamente así no se veía bien, pero tampoco pensé que tener una conversación frente a todos esos adultos resultaría lo mejor. Bueno, no estaba muy lejos de todos modos, solo cruzando la galería del segundo piso.

—V-Val? —Zia me llamó desconcertada, pero aún así me siguió bien.

Quizás, inconscientemente, ella también quería salir de la habitación. Aún así, de alguna manera, siguió tratando de convencerme—a tal vez a sí misma. —No es... no es algo malo, ¿sabes? Seré capaz de ayudar más a la Hermana Aleena y... y será bueno para mí y... y para Izzi si tengo más autoridad, ¿sabes...?

Honestamente, sería un argumento convincente si no estuviera tartamudeando tanto.

La llevé dentro de la guardería y cerré la puerta. No había nada más que un moisés blanco bajo una sábana protectora en medio de la habitación, pero no importaba. Me di la vuelta para sostener sus hombros y la miré intensamente.