—No sé de qué estás hablando —dijo Fu Yu Sheng después de un largo tiempo, retrocediendo varios pasos mientras le daba la espalda—. Estás cansada, así que será mejor que vayas a dormir, los reductores de fiebre podrían estar funcionando así que vete a la cama.
—¿Vas a escapar como lo hiciste hace quince años? ¿O como cuando escapaste hace ocho años? ¿Tienes tanto miedo que ni siquiera quieres mirarme a los ojos y hablar? —Song Yan lo siguió, pegada a sus talones mientras abría la puerta de la habitación y salía disparado como si un monstruo lo persiguiera—. ¿Vas a huir de nuevo como siempre? ¡No sabía que eras tan cobarde!
Fu Yu Sheng no se volteó, no dijo nada y siguió caminando pasando la sala hacia el corredor de la entrada mientras Song Yan lo seguía gritando desde atrás.
—¡Mírame! ¡Mírame y llámame monstruo! ¡Fu Yu Sheng! ¡Dime qué pasó! ¡No huyas de mí, imbécil!