Estoy aquí para verte

—¿Puedes callarte? —Lu Peng tenía dolor de cabeza por todos los gritos que Song Lan daba cada día, no vivía en un departamento con paredes que bloquearan el ruido. La pared de su casa era delgada como papel y todos podían oír el ruido que entraba y salía de cada habitación, era bueno que él y su hermano vivieran en un lugar con casas abandonadas. Si tuvieran vecinos al lado, entonces estaba seguro de que les visitarían oficiales de policía todos los días.

—¿Tú... cómo te atreves a decirme que me calle? —Los ojos de Song Lan se abrieron de par en par cuando miró a Lu Peng que la estaba regañando. Aunque reaccionaba como si fuera la primera vez que Lu Peng la regañaba, la verdad era que no solo la regañaban Lu Peng y Lu Cheng, también la golpeaban de vez en cuando. Pero ella era como una cuerda asada, aunque hubiera perdido todo lo importante para ella, la arrogancia que estaba grabada en sus huesos era difícil de soltar.