enseñando una lección a Fu Rong

—Yo soy —Pei Yue sonrió a Fu Rong, quien la miraba con odio en sus ojos como si deseara que ella se convirtiera en llamas aquí y ahora. Al ver la expresión retorcida de Fu Rong, Pei Yu estaba excepcionalmente satisfecha. Había tenido un mal momento en casa desde que esta perra le hizo dejar la universidad. Si no fuera por ella y su entrometida cuñada, su padre no la habría castigado y tampoco habría perdido su tarjeta de crédito, esto era lo que más le molestaba a Pei Yue.

Era una joven mujer que creció de cierta manera con un monto definitivo que le daban para sus gastos, pero debido a Fu Rong, perdió esos gastos causándole tanto sufrimiento.