El campamento base de Moshe estaba construido en una colina montañosa, rodeado de una vegetación silvestre todo lo lejos que se podía ver. Estaba tan expertamente oculto que nadie hubiera esperado que una majestuosa fortaleza se asentara en medio de ella, protegida por vallas de alto voltaje, guardias armados y perros de vigilancia entrenados.
Tomó aproximadamente media hora llegar allí.
La puerta se abrió en cuanto su automóvil se acercó y Moshe bajó la ventana. —¡Jefe! —Los guardias inclinaron sus cabezas en señal de reverencia. La diferencia entre esta gente y la del centro de entrenamiento era como entre el cielo y la tierra, incapaz de compararse. Ahora Lu Yizhou estaba convencido de que así era como debían ser los hombres de Moshe.
—Buen trabajo. —Moshe asintió—. ¿Están tratando bien a nuestro nuevo invitado?