—¡Señorita Irene! —exclamó Ji Yan preocupado tan pronto como Lu Yizhou abrió la puerta. Una malhumorada Olivia estaba detrás de él con los brazos cruzados—. ¿Estás bien? ¿Qué te tomó tanto tiempo? —De repente hizo un clic con la mandíbula y dio un segundo vistazo a Lu Yizhou—. Yo... yo lo siento. ¿He perturbado tu... tu descanso?
Lu Yizhou frunció el ceño. ¿Qué le pasa?
—¡Te lo dije! —Olivia lo regañó con dureza y rodó los ojos por si acaso—. ¡Ella está muy bien! ¿No has visto lo fuerte que era cuando arrastró a Ailín con una sola mano?!
—Papito... —Ozzie apareció de la nada para frotarse contra su pierna, maullando suavemente—. Tu pelo está muy desordenado, miau... y tu cara está lindamente sonrojada. Pareces... tos, pareces alguien que acaba de tener un sueño travieso. Está bien, miau! No vi nada! Cerré mis ojos y oídos como buen gato! Definitivamente no vi lo indefenso que estás en los brazos de Mamá, miau!