¿8.18 Vienes conmigo?

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

—¡Ji Yan, Irene, están bien ustedes?! —gritó alguien desde fuera.

—Maldita sea, algo debe haber pasado adentro. ¡Tenemos que abrir la puerta a la fuerza! —exclamó otra voz preocupada.

Para cuando esas voces llegaron a sus oídos, Lu Yizhou estaba presionado contra la pared con los dedos enredados en el cabello de su amante, sus labios hinchados a la mitad. Su falda había sido levantada y una de las manos de su amante se deslizaba arriba de su muslo. Se apartó ligeramente, lo suficiente para observar el aspecto de su amante, su pecho subía y bajaba por la falta de oxígeno.

Y oh, cuán hermosa era. Inquietante y a la vez deslumbrante, envuelta en las sombras oscuras que parecían adherirse a ella dondequiera que fuera. Lucía como una pesadilla, pero para Lu Yizhou, ella sería su pesadilla más hermosa.

—¿Por qué pensaste que te temería siendo tan hermosa? —Le colocó un mechón rebelde de cabello detrás de la oreja, genuinamente curioso.