—Tú eres... —Lu Yizhou miró a Ailín con shock e incredulidad.
Pasó su mirada de arriba abajo por el cuerpo de Ailín antes de detenerse en la marca del array que asomaba por su collar.
—¿Cómo...? ¿Cómo llegó aquí? —Él y Ji Yan se habían asegurado de cerrar la puerta para que Ailín no pudiera salir corriendo de nuevo. Pero luego recordó que algo era inusual en este espacio. Parecía estar separado de la mansión porque Lu Yizhou no podía escuchar nada de la pelea entre Luca, Ji Yan y Olivia. Por lo tanto, no era raro que Ailín apareciera aquí. No podían impedir el paso a la bruja negra solo con una puerta y un cerrojo.
—Señorita Irene —Ailín le regaló una sonrisa tan familiar que lo sorprendió por un segundo—. Es un placer volver a encontrarse con usted. Debe haberse llevado un shock la última vez.
—Tienes razón —respondió Lu Yizhou con sequedad—. Luego, porque no podía contener su curiosidad, preguntó—...¿Desde cuándo?