La sesión de fotos de la tarde comenzó poco después de la pausa del almuerzo. Una vez más, Lu Yizhou acompañó a Ellen para comer en su habitación, intentando todo tipo de maneras de convencer al pequeño leopardo para que no estuviera más enojado. Tácitamente no mencionaron nada sobre el juego del hombre lobo, sino que pasaron un tiempo tranquilo juntos. Con ellos bromeando de ida y vuelta de esta manera, era como si fueran una pareja ordinaria de enamorados que habían venido a disfrutar de las vacaciones.
Era simple, pero un dolor punzante golpeó el pecho de Lu Yizhou por lo difícil que era para ellos tener este tipo de simplicidad.