La fría y húmeda lengua hizo contacto con su caliente piel, provocando que Zhao Bolin se estremeciera de shock. Sus ojos se abrieron tanto como platos.
Los ojos negros como el azabache de Lu Yizhou estaban justo frente a él, tan claros pero oscuros como ónix, y Zhao Bolin tuvo la repentina sensación de que su alma estaba siendo devorada poco a poco, erosionada hasta quedar sólo un suspiro. Para su mortificación, podía sentir su miembro endureciéndose aún más, su corazón latía aún más rápido, casi como si su sangre estuviera fluyendo hacia el sur para reunirse en el punto donde se tocaban.