En todo el país, los zombies respondieron con un gruñido fuerte, creando una cacofonía aterradora que parecía surgir del vientre del Infierno. Era como si les hubieran inyectado un poderoso estimulante; sus movimientos originalmente torpes y rígidos se volvieron rápidos y ágiles. Los ojos blancos y turbios brillaban con un tenue color carmesí, emitiendo una intensa sed de sangre y ansia de sangre.
Invadieron casas, escalaron altos edificios, volcaron los coches esparcidos descuidadamente en la carretera. Los ciudadanos que se escondían en la seguridad de sus propias casas, acampando en la naturaleza, así como aquellos que buscaban refugio en lugares altos donde los zombies no podían alcanzar... ninguno de ellos pudo escapar del sangriento asedio. Gritos de miedo y desesperación resonaban en el aire. El fuego explotaba en numerosos edificios.