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Con un movimiento tan delicado como si estuviera tratando una porcelana quebrada, Lu Yizhou depositó un suave beso en los secos labios de su amante.

El pequeño contacto hizo que la electricidad recorriera sus venas, provocando que se estremeciera y su respiración se volviera irregular. Dios… lo había extrañado demasiado. Había pasado tanto tiempo desde que besó a su amante, que pensó que iba a morir de lo intenso que anhelaba a este hombre. Los párpados de Lu Yizhou se abrieron temblorosamente y vio los ojos amplios y congelados de Zhao Bolin mirándolo fijamente con sorpresa. La vista dibujó una leve sonrisa en la comisura de sus labios.

—¿Por qué parecía tan sorprendido? —Él fue quien había estudiado las características de los zombies y también había experimentado exhaustivamente el efecto de la saliva de Lu Yizhou en Xiao Tun. Si había alguien que pudiera afirmar que conocía la fisiología de Lu Yizhou al detalle, ese solo podía ser Zhao Bolin.