Mientras el poder psíquico de Yuri envolvía todo el palacio, Nina de repente frunció el ceño.
—¿Se siente mal, su alteza? —preguntó alguien cercano con preocupación.
Nina respondió con una sonrisa tímida:
—Quizás abusé con las bebidas. Me disculparé un momento.
Luego se apresuró a salir hacia los aposentos del palacio detrás del salón del banquete. Tan pronto como se alejó, le preguntó al subordinado que la seguía:
—¿Qué está haciendo Yuri?
—Está colocando sensores psíquicos en las fronteras de la Alianza.
—¿Es la información confiable?
—Confiabilidad.
Al escuchar esto, Nina suspiró aliviada. La repentina palpitación anterior le hizo sentir como si un poderoso enemigo hubiera aparecido.
Aunque solo fue por un instante, sabía que su intuición no estaba equivocada.
Si no era Yuri, ¿entonces quién era? Al regresar al salón del banquete, la mirada de Nina se deslizaba entre los invitados, escudriñando a todos, pero no encontró nada fuera de lo común.