Al final, la victoria cayó en manos de Luo Huian. Sin embargo ninguna de las dos hermanas estaba contenta con ello, Luo Huian pensaba que tenía que tirar toda su dignidad por la borda para hacer que Luo Qingling estuviera de acuerdo con su petición, lo que la molestaba.
Por otro lado, Luo Qingling estaba molesta porque pensaba que Luo Huian estaba siendo demasiado descuidada. Podía resultar fácilmente herida y aun así no le prestaba atención a su seguridad.
Sin embargo, bajo la amenaza que Luo Huian había puesto sobre su cabeza, Luo Qingling no se atrevía a rechazar. Sólo podía acordar que las armas dentro de la panadería serían retiradas y reemplazadas con unas más sencillas.
—Finalmente —Luo Huian respiró mientras suspiraba aliviada—. Estaba segura de que Luo Qingling no estaría de acuerdo pero afortunadamente, aceptó y no causó demasiados problemas o de lo contrario sería ella quien sufriría.