Del otro lado, Liao Hong observó todo el intercambio entre Fan Meilin y apretó los dedos hasta que la botella de agua en su mano quedó aplastada.
Ji Yao bajó la cabeza en el asiento del pasajero, percibiendo el estado de ánimo de su jefa. No lograba entender qué estaba intentando hacer ese mer. Si lo que buscaba era hacer que Liao Hong sintiera celos, le bastaba con acercarse a Luo Huian.
—¿Por qué tenía que sonrojarse y además beber de la misma lata que tocó los labios de Luo Huian?
—¿Acaso Fan Meilin olvidó cuánto odiaba Liao Hong que alguien intentara acercarse a sus cosas o a las personas que consideraba suyas?
—Entonces, ¿por qué tenía que hacer algo que enfurecería tanto a Liao Hong?
—Ji Yao —una voz fría la llamó desde atrás y Ji Yao se sobresaltó.
—¿Sí, jefa Liao? —Lentamente se volvió y miró a Liao Hong. Miró en la dirección que Liao Hong observaba y se paralizó más aún cuando vio que Fan Meilin se subía al auto que conducía Luo Huian.