¿Intimidando a mi querida hermana, eh?

—¡Huyan! —Luo Qingling, que había llegado al territorio del Líder Xu, salió del coche que estaba conduciendo con ímpetu. Detrás de ella estaba Shi Meifeng, quien observaba la pequeña zona de tugurios con el ceño fruncido. Tenía que admitir que este lugar había sido descuidado durante bastante tiempo.

Le parecía que necesitaba deshacerse de estos tugurios lo más rápido posible antes de que la gente que vivía aquí causara problemas a Luo Huian de nuevo.

Al igual que Luo Qingling, Shi Meifeng caminaba por los sucios callejones cubiertos de suciedad y polvo, pero cuando se detuvo justo al lado de Luo Qingling, sus labios se curvaron en una sonrisa.

—Ahora, ahora. ¿Qué tenemos aquí? —comentó con una voz casual.

Frente a ellas no estaba Luo Huian esperando ser rescatada sino que había una línea de ambulancias que alguien había llamado. Dentro de estas ambulancias, había más de tres o cuatro mujeres colocadas.