—¡Cómo iba a dejarlo solo! Había trabajado tan duro para finalmente conseguir lo que quería y ahora que Liao Hong estaba tan cerca de obtener eso que había perdido una vez, ¿ese mer le daba la espalda?
—¡Como si fuera a permitir que hiciera tal cosa!
—No importa lo que fuera, ese mer era suyo para poseer y reclamar.
—Fan Meilin, mejor no pongas a prueba mi paciencia —Liao Hong se levantó bruscamente, enviando la silla en la que estaba sentada estrellándose de nuevo contra el suelo.
—El estruendo fue suficiente para hacer que todo el equipo de miembros de la junta se estremeciera.
—Y cuando Liao Hong salió de la sala de reuniones, nadie dijo una palabra ya que conocían de lo que Liao Hong era capaz.
—La última vez que alguien la enfadó, Liao Hong envió a esa persona a prisión, donde esa mujer murió de una muerte patética.
—Incluso en su muerte, esa mujer no tuvo la oportunidad de recuperar el orgullo que había perdido a manos de Liao Hong.