Persiguiendo la rata

—Zing.

El sonido de las cuerdas del Guqin resonó en el auditorio, y la gigantesca mano de barro que estaba a punto de aplastar a Fan Meilin hasta convertirlo en una masa de carne fue cortada por la mitad.

Luo Huian miró al hombre que intentó atacar a Fan Meilin y le dijo con un asco palpable en su voz —No andes atacando a personas que no deberías tocar.

Los ojos de Fan Meilin se iluminaron cuando escuchó las palabras de su esposa, bajó la cabeza con un sonrojo esparcido en su rostro. Parecía que su esposa sí se preocupaba por él, ¿si no, por qué se habría apresurado tanto en ayudarlo?

Por otro lado, cuando Qin Fang vio a Luo Huian invocar un guqin, frunció el ceño. Parecía que el asunto se había complicado. Apretó la flauta que había conseguido con gran dificultad y miró a sus subordinados —Ustedes encárguense de ellos. Yo iré a asegurarme de que nuestro objetivo se cumpla.

¡De ninguna manera iba a dejar que todo su duro trabajo se desperdiciara sin luchar!