Beso contra un árbol

En el otro lado,

Lejos del parque de atracciones, una mujer cortaba su camino a través del aire.

—Un poco más —murmuró Qin Fang mientras esquivaba y giraba alrededor de los rascacielos—. El edificio de la asociación no está lejos de aquí. Esos bastardos que nos robaron nuestras vidas... les haré pagar. Solo esperen, mataré a cada uno de ustedes con esta belleza.

Qin Fang imaginaba el cuerpo mutilado de aquellos cazadores que la habían menospreciado y la habían hecho trabajar para ellos sin dejarle tener un momento de paz. Había trabajado tan duro, tan desesperadamente.

Todas las mazmorras que había visitado —todos los monstruos a los que se había enfrentado— esos días jamás los olvidaría. Estas personas tendrían que pagarle por los daños que le habían hecho sufrir.

Solo el pensamiento era suficiente para hacer que Qin Fang se sintiera feliz.