—¡Meilin!
Liao Hong estaba furioso cuando escuchó a Fan Meilin hablar de su madre; sabía mejor que nadie que odiaba ser llamada la marioneta de su madre y sin embargo
—Fan Meilin curvó sus labios en una burla —le dijo—. Esta será mi última advertencia para ti, Señora Liao. Será mejor que te alejes de mi esposa; nos va mucho mejor, como ya puedes ver; ella ni siquiera causó problemas cuando intentaste provocarla ahora mismo.
—¿No es acaso porque ella no recuerda lo que pasó entre tú y yo? —Ella sacó un cigarro y lo llevó a sus labios—. Una vez que le recuerde sutilmente el pasado, ¿crees que se quedará tranquila como ahora? No creo que ninguna mujer pueda aceptar a un mer cuya virtud se ha perdido. No una sino varias veces.
—No te atrevas
—¿Asustado? —Liao Hong encendió el cigarro y sopló el humo en la cara de Fan Meilin antes de sonreír con suficiencia—. Que este bonito mundo tuyo se destruirá en el momento que abra mi boca.