—¿Has perdido la cabeza? —preguntó enfadada Luo Huian. Estaba tan enojada que se echó a reír y preguntó—. ¿Por qué crees que vine aquí con un hombre? ¿Quién fue el que te dijo tal cosa? ¿Piensas que a menos que encuentres un hombre en esta habitación, estoy escondiendo algo?
Realmente no podía entender cómo funcionaba la mente de esta mujer. Solo porque no la atrapó en el acto como esperaba, esta mujer continuaba causándole problemas.
¿Y de dónde salió este hombre?
—¡Es porque estás escondiendo algo! —gritó la Señorita Han, perdiendo completamente la cabeza. Señaló a Luo Huian y luego le dijo—. Siempre has sido así, Huian. ¡Cada vez que necesitas asumir tu responsabilidad, huyes! Por eso te odio.
Luo Huian: "..."
—...Realmente no me importa si me odias —dijo Luo Huian, bastante honesta causando que se acumularan nubes oscuras en el corazón y en los ojos de la Señorita Han—. Pero, ¿puedes cerrar la puerta? Yo—necesito arreglarme y ponerme adecuada.