—En el pasado, bastaba con que Du De mostrara un poco de debilidad para que Liao Liqin la perdonara. Pero esta vez, él ya no estaba dispuesto a ser compasivo. Recordó cómo Luo Huian lo había llamado idiota y no pudo evitar apretar los dientes.
—¿Acaso era un idiota? —Ahora Liao Liqin lo pensaba así. Fue utilizado y también sus habilidades, pero nunca recibió el reconocimiento que merecía. Du De no paraba de decirle que la razón por la que no se atrevía a enfrentarse a su familia era porque no era rica.
—En aquel entonces, él la creía. Por eso, siempre la ayudaba. Primero le dijo que necesitaba hacerse un nombre, pero luego dijo que necesitaba crear una pequeña fortuna y después su petición se trasladó a la de establecer un estudio.
—Ahora le estaba diciendo que quería irse al extranjero y aprender un nuevo conjunto de habilidades. Una vez que se hiciera un nombre famoso en el extranjero, definitivamente lo llevaría lejos de Luo Huian.