—Bai Shiliu, ¡tú! —Bai Mian nunca pensó que Bai Shiliu sería tan despiadada que realmente se haría la vista gorda incluso con Li Xiao. Hubo una época en la que esta mujer estaba obsesionada con Li Xiao, pero ahora lo miraba como si él no fuera más que un extraño.
Bai Shiliu no quería prestarle más atención a Bai Mian de lo necesario. Esta mujer la había tratado como si fuera un gusano en la alcantarilla cuando las dos vivían bajo el mismo techo. No importaba lo que Bai Shiliu quisiera o le gustara, Bai Mian se aseguraba de que nunca lo consiguiera.
Bai Mian y su papá incluso intentaron acosar a su papá cuando él estaba ingresado en el manicomio. El hecho de que no llamara a seguridad y sacara a esta mujer del hospital después de golpearla en la cara ya era la mayor misericordia que Bai Shiliu podía mostrar a Bai Mian.