Continué observando a Princess jugando con su comida, bastante impresionada por su mortal precisión. Cada vez que atacaba, se llevaba su libra de carne. Literalmente. Arremetía contra la reina indefensa y metía en su boca el trozo que había arrancado de la otra reina.
—Vas a tener indigestión —dije. Princess giró la cabeza y me miró. Yo había encontrado una posición muy cómoda, recostada contra la pared del pasillo, con los tobillos cruzados y los brazos cruzados sobre mi pecho.
Medianoche imitaba mi posición a mi derecha mientras GA se relajaba a mi izquierda. Estaría dispuesta a apostar cualquier cantidad de dinero a que GA estaba estudiando cuidadosamente los movimientos de las dos reinas, registrando sus debilidades así como sus fortalezas.
No sabía por él, pero yo aún no había visto ninguna debilidad en Princess.