Un Tonto

—Llegaste a la iglesia, Ella. Esta es tu última oportunidad. Dime la verdad —dijo Aiden.

Ella cerró los ojos, su pecho subía y bajaba como si cada respiración fuera una lucha. Sabía que no podía escapar de este momento, que no había vuelta atrás de las consecuencias de sus elecciones. Sus manos temblaban en su regazo, y un escalofrío recorría su cuerpo. Lentamente, abrió los ojos y se encontró con la penetrante mirada de Aiden, sabiendo que esta podría ser la última vez que lo vería. Su voz era apenas audible, un susurro frágil que cargaba el peso de todo lo que había intentado enterrar.

—Serena está muerta —susurró ella.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire y la expresión de Aiden cambió en un instante, su furia desbordándose. Su mano se apretó en su rostro hasta que ella se quejó de dolor. Intentó girar la cabeza, pero su agarre era implacable. El pánico se encendió en su pecho mientras su visión se nublaba con lágrimas.