El regreso de una hija querida.

—Despacio grandullón, me vas a tirar al suelo —se rió mientras acariciaba al gran perro—. Éste trataba de lamerle la cara con todas sus fuerzas pero ella esquivaba.

—Chi Lian, así que sabes cómo volver a casa —Mamá Chi dijo—. Estaba de pie en la puerta y la miraba con una expresión poco impresionada.

—Madre, ¿no deberías estar abrazando a tu hija?

—Abrazaré a mi hija cuando deje de jugar con el perro.

Chi Lian abandonó a Guardia Negro y se abrazó con su madre.

—Madre, Chi-Chi te extrañó mucho —dijo de manera infantil.

Mientras su madre acariciaba su cabello, ella apretó el abrazo y restregó su cabeza contra su pecho como un gatito. Era realmente agradable tener una madre. Su calor solo era suficiente para hacerla cerrar los ojos y quedarse dormida con dulces sueños.

—Eres una mujer adulta pero todavía te comportas como una bebé.

—No soy tan adulta como para dejar de ser tu bebé.