El poema

Mientras lo describía, en la pantalla detrás, desfilaban imágenes de Hian con moretones. Le seguían fotografías de su esposo con su amante y también comentarios de distintas personas en weibo.

—Ese hombre es un monstruo, ¿cómo pudo hacerle eso? —comentó la vieja señora.

—Deberían arrestarlo y castrarlo —dijo la reina madre.

—Estoy de acuerdo —respondió Madam An.

Los hombres en la sala que los escuchaban hablar de castración cruzaron sus piernas o cubrieron sus entrepiernas por instinto.

—Ahora Hian, ¿puedes llevarnos de vuelta al principio, cómo conociste a tu esposo? —preguntó Rize.

—Bueno, lo conocí en una cita a ciegas que fue organizada por mi mánager —respondió Hian.

—¿Quién quiso conocer al otro primero, porque generalmente una de las partes toma la iniciativa? —indagó Rize.

—Él tomó la iniciativa primero, me envió docenas de flores al principio como fan. Luego algo de joyería y un poema y rogó por conocerme —explicó Hian.