Todos los Wang mostraban en sus rostros parecidas expresiones de sorpresa, desagrado e incredulidad. Si esto era cierto, era el tipo de traición que rompía lazos que nunca podrían repararse. Los Wang valoraban tanto a sus hijos que la idea de que uno de los suyos hubiera abandonado a un niño de su propia sangre era inconcebible.
—¿Hermano mayor, podría ser un error? —preguntó el hermano menor del anciano maestro Wang, Wang Ailun.
—Bolin intervino —Tío, no hay ningún error en esto, investigué personalmente el asunto. He conocido a mi tía perdida, se parece a la abuela. También conocí a la familia que la crió y cuando los amenacé con prisión, fueron rápidos en revelar la verdad.
—Si alguien tiene dudas, estos dos documentos son la prueba de todo. Uno es el resultado de la prueba de ADN entre la tía y el abuelo y el otro es para una prueba de ADN entre el abuelo y el cadáver del niño fallecido —dijo Bolin.
—¡Levantaste el cadáver! —exclamó y preguntó su tía Wang Xue.